jueves, 9 de diciembre de 2010

De panadero a parrandero.

Llego a la panadería en busca de unas deliciosas medialunas calentitas… de acuerdo a la temperatura que acabo de referir se imaginarán que era muy temprano a la mañana… justo delante de mí un señor de buen ánimo comentaba que él debería ser panadero porque se levanta cinco y media…  sería ese un dato revelador?? Será que la vocación de Manolo huele a medialuna? Alerta desde el alba quien sabe mi hijo se esté preparando para fundirse con harinas y levaduras… Salgo de la panadería con hijo y ojeras a cuestas y atestiguo como dos jóvenes se disponen a proveerse el desayuno… su noche devenida día aun no terminaba…  y entonces comprendí… al igual que esos jóvenes, mi sol naciente… jamás se había dormido… ese dato lo asemeja más a los festivos y alborotados adolescentes que al panadero (que se supone debe descansar preparándose para su laboriosa jornada).
NOTA: Pienso… hay más de una madre que durmió de a ratos.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Como pez en el aire.

Mientras Manolo me empapa y yo intento que no se desnuque con una canilla, comienzo a rememorar cierto evento particular que me sorprende no haber compartido aun… el primer baño.
Pasado el mediodía del octavo día de vida de Manu finalmente sucedió… se le cayó el ombliguito!! Llamo a Papá Nicomio al trabajo… esa noche lo bañábamos!!!
Bañera en mano, con una colchonetita verde, regalo de las tías, y un impecable toallón de conejitos, transformamos la cocina en un perfecto natatorio. Debo confesar que estaba bastante tímida aún y deje la tarea de sostenerlo en manos del temerario padre que parecía ser todo un experto.
Cuando todo estuvo listo… al agua pato. Nuestras sonrientes muecas producto de tan adorable tarea comenzaron a virar hacia el espanto… el cuadro subsiguiente incluye manotazos y patadas todos ellos movimientos acompañados por un incansable  enérgico llanto. Aparentemente Manolo no estaba tan contento como nosotros. Creo haber gritado por encima del incesante llanto cosas tales como: “Cuidado” “Despacito eh!!” “Levantalo!!”, “Acostalo!!” “Sumergilo más!!!” “Está bien el agua??” “Tendrá frío??” “Sacaloo!!!!!!!”. Creo que ha modo de mecanismo de defensa borré alguna contestación que sin duda habré recibido del valiente padre… Luego del correspondiente secado y vestido… el reparador sueño.
Embotados por el húmedo y excesivo calor de la cocina y exhaustos por la tarea desempeñada, debimos conversar seriamente la idea de hacer de nuestro hijo un pequeño mugriento. Analizándolo fríamente  fue entonces cuando tomamos nuestra primera decisión de padres, muy a pesar nuestro, Manolo debía volver a bañarse.
NOTA: Meter un tiburón en una pecera?? Gran ocurrencia la nuestra!

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Nacimiento múltiple.

Revisando un poco mi vida post parto he concluido que con Manolo he parido abuelos, tías, bis abuelas, tío abuelo y hasta un padre.
Todos esos vínculos que tenemos en la panza las madres de los primeros bebés de la familia nos vuelven necesariamente domadoras de fieras. Ahí, agazapadas al costado del camino dispuestas a atacar en el primer descuido, estas bípedas bestias esperan nuestro paso inocente para depositar de manera desmedida y alborotada kilos de besos y metros de abrazos, algún que otro permiso secreto, una malcriada sana y las gotitas justas de la “irresponsabilidad del no padre”, esto en el mejor de los casos, en el peor… las bestias no están tímidamente dispuestas entre los matorrales, truncan el camino ansiosas de carne humana… acumulan litros de baba y miles de desafortunadas frases acerca de cómo, cuando y donde críar al pequeñito, para estos casos, quien sabe les sirva recorrer nuevamente “La ira las diosas”.
La cosa es que nos desayunamos con esta delicada situación una vez paridas y el manejo de esta impronta afectiva dependerá de cada familia y de cuan múltiple haya sido el nacimiento.
Observaremos sorprendidas como afecta la llegada de un bebé a la vida de cada integrante de nuestra hasta ahora conocida casta y desconoceremos seguramente a más de uno.
NOTA: Tarea para el hogar: distinguir las fieras salvajes de las adorables fierecillas domésticas y disciplinar de acuerdo con la peligrosidad del animal.