“… que lindo… que gordito…” Todos habremos tenido oportunidad de sufrir en carne propia o de haber atestiguado el momento sacro en el que algún longevo personaje suelta con total liviandad esa máxima. Cosa de viejo… no?
Lo llamativo es que ese afán de abundancia recrudece en innumerable cantidad de madres cuya primer necesidad al salir de la cita con el pediatra es comunicar cuanto engordó… la relación gramos – sonrisa orgullosa es directamente proporcional. Especial atención en este punto merecen las madres que amamantan a sus hijos, que ya con un par de meses de “buen engorde” portan con mentón enaltecido la cara ideal para promocionar a la Serenísima.
NOTA: Madres modernas?
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