Analizando exhaustivamente cierta necesidad recurrente he llegado a una conclusión que quiero compartir… estimadas madres (futuras y en ejercicio) el Olimpo, la meca de la maternidad … nuestro norte… es el cuarto de baño.
Embarazada salís de casa sabiendo que tu destino, por próximo que sea, requerirá una parada por lo menos. Llegamos al oasis en el medio del Sahara, la señorita de cabeza redonda que luce ese vestidito almidonado pareciera saludarnos desde su lugar de privilegio, (las puertas del cielo) y nosotras le rogamos a nuestra Diosa que su paraíso terrenal esté lo más limpio posible (si te tocó el Infierno… pensá… te habrás portado mal!!!) No quiero caer en el intento de explicar “elegantemente” lo que pasa tras esa puerta cuando no abunda la limpieza o la panza nos dificulta la tarea.
Una vez que la pequeña criatura se abre paso y conoce el mundo exterior, las cosas cambian. Ya no necesitamos visitar tan a menudo a la señora de patas de palito y justo ahí, muy cerca nuestro, al alcance de la mano, conocemos a quien será nuestro cofre de oro al final del arcoíris: nuestro baño, una especie de bunker donde tenemos la suerte de encerrarnos durante larguiiiiiisimos 15 minutos mientras padre o tutor interino se hace cargo. La ducha, un desafío muchas veces postergado, y los usos impostergables del cuarto en cuestión, todo un reto. Baño de inmersión… que es eso?
NOTA: Si está feito, los azulejos no te gustan, es demasiado chico, incómodo… no lo critiques!!! El paso del tiempo te hará descubrir lo valioso que es, las apariencias engañan… amarás a tu baño tal cual es.
3 comentarios:
¡Totalmente! El baño: el santuario de la felicidad.
me encantó ... lo voy a tener en cuenta!
Por lo pronto aprovecha ese mágico espacio miestras puedas... hacelo en nombre de todas las mamás anhelantes, entre las cuales por supuesto me incluyo.
GRACIAS POR RECORRER ESTAS LINEAS Y POR SUMARTE!!!
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